2023 va a ser un año muy desafiante para los países de América Latina y el Caribe: marcará el final de una década en la que la tasa de crecimiento anual de la región promedió solo 0,9%, un desempeño aún peor que durante la “década perdida” de la década de 1980. Este no es solo un mal ciclo comercial; es una trampa estructural de bajo crecimiento, alta desigualdad, instituciones débiles y mala gobernabilidad.
Una década de bajo crecimiento significa que los países de la región han acumulado un rezago de desafíos aún mayor que el que enfrentaban antes del inicio de la década. No solo han sufrido los pobres y vulnerables, sino también las clases medias, y están enojadas. Exigen y esperan que los gobiernos recién elegidos cumplan sus promesas de campaña, y lo hagan rápidamente. La gente quiere ver los resultados reflejados en su vida diaria. La impaciencia es alta, la confianza en las instituciones es baja.
